Gracias. Esta palabra no puede resumir mejor lo que siento hoy que recibo el Premio Galgos España 2015 de manos de Luis Ángel Vegas, presidente de la Federación Española de Galgos, pero también un amigo. Desde que me comunicaron que me habían concedido este galardón, uno de los que más ilusión me hace recibir porque procede de mis amigos, se me han pasado por la cabeza tantas y tantas personas y momentos vividos en este mundo que llegué a la conclusión de que hoy no sería el mismo como persona sin los galgos.
No procedo de una familia galguera, ni siquiera cazadora. En mi Peñaranda de Bracamonte natal había galgos, pero en mi infancia y adolescencia no sentía especial atracción por aquellos galgos que deambulaban sueltos por las calles. Cuando comencé mi carrera profesional, aún estudiando Periodismo en la Universidad Pontifica de Salamanca, en uno de mis primeros trabajos, en La Tribuna de Salamanca, me encargaron llevar la página de caza y pesca del periódico. Entonces era pescador de trucha y me tuve que formar en caza, porque no tenía ni idea. Aquellos años conocí a los galgueros que me hicieron cambiar de vida. Primero, me presenté ante Demetrio Hernández Candal, delegado de la Federación Castellana y Leonesa de Galgos en Salamanca. Aquel corredor de seguros vivía tanto el mundo de los galgos que en su despacho durante años colgó un cartel comercial de su empresa que decía: "Que no te den gato por liebre". Demetrio, ya fallecido, me enseñó las nociones básicas del deporte de los galgos y me introdujo en este mundo, que pronto me atrapó por completo. Concretamente lo hizo cuando Demetrio me invitó un día a ir al coto de Los Villares, en Cantalapiedra, propiedad de Luis Igea, al que considero mi verdadero padre galguero. Luis me abrió de par en par las puertas de su casa y en el corredero de Los Villares viví varias temporadas inolvidables, junto a mi cuadrilla de Tarazona de Guareña. Con Juan, Antonio o Paco, entre otros, aprendí a leer el campo, a ver las carreras, a dar ventaja a la liebre... en definitiva, a ser galguero.
Con Luis Igea pasaba horas y horas de charla sobre la actualidad de nuestro deporte y también sobre la historia de las competiciones desde su inicio. Era una enciclopedia galguera. Él, soltero y sin hijos, vivía por y para los galgos, o mejor dicho, para sus liebres, a las que mimaba hasta el punto de plantar una parcela de girasol, aunque no era lo idóneo, porque el año anterior había criado muy mal la liebre y había que ayudarla.
En muchas ocasiones, cuando la vorágine de la vida de un periodista me deja, rememoro aquellos días de caza en Los Villares con verdaderas comidas de hermandad en la caseta. Aquellas jornadas me enseñaron que este mundo no es de quinquilleros, sino de caballeros que se respetan antes, durante y después de la disputa de una collera.
Después de varios años en Castilla y León, con los campeonatos en la Cuesta del Aire de Medina del Campo o en los llanos de Madrigal de las Altas Torres, la vida me llevó a dar un salto hasta Albacete, donde se corrían también liebres con galgos, pero donde la tradición galguera de alta competición era muy incipiente. Pronto se puso en contacto conmigo un galguero joven como Ángel Pérez y pronto me vi como miembro de una cuadrilla de treinteañeros, con ganas de demostrar que en La Mancha también hay correderos con liebres buenas y lo hemos conseguido en La Gineta, hoy envidiada por muchos aficionados -qué pena que no exista un mirador para que pudiera acoger un Campeonato de España-. Después vino este blog y galgomania.com, la primera web de información galguera que existió en España y que en poco tiempo se convirtió en una referencia clara para todos los galgueros. En galgomania.com siempre intenté innovar -por ejemplo, fue la primera web en utilizar twitter para dar los resultados de los campeonatos en tiempo real desde la mano- y tratar la información galguera con rigor y seriedad, por lo que recibí muchas y variadas presiones. Pero el proyecto de galgomania.com tuvo que aparcarse por cuestiones profesionales y hoy vivo como cargo técnico -director de carreras- y aficionado, ya retirado como jefe de prensa de la FEG, cargo que ocupé entre 2005 y 2014, con los presidentes Francisco Salamanca -creó los premios Galgos España-, Carlos Sanz -me apoyó y me propuso para este galardón- y Luis Ángel Vegas -que me entrega el galgo de plata-, de los que sólo tengo palabras de agradecimiento por la confianza depositada en mí y por haber conseguido dar un vuelco al mundo de los galgos en unos pocos años, del que nos hemos beneficiado todos en mayor o menor medida.
En mi vida, los galgos significan mucho, sino todo, pero lo significan aún más los cientos de galgueros que conocí a lo largo de estos años, a los que no nombro, para no olvidarme de ninguno, pero que me han mostrado su cariño y a los que desde estas líneas les muestro mi admiración, a todos, sin distinción. Pero este premio Galgos España sólo puedo dedicárselo a Demetrio Hernández Candal y a Luis Igea, que seguro que desde el corredero del cielo tendrán puesta la mirada estos días en la Cuesta de los Picos, en Nava del Rey, y discutirán sobre las carreras, pero compartirán un verdejo para celebrar que todos nosotros somos galgueros.