viernes, 13 de noviembre de 2015

¡Orgulloso de ser galguero!

Los días se acortan, extrañamente las temperaturas son aún demasiado calurosas, los gruidos de unas grullas en formación me recuerdan que el otoño ya está aquí, mientras que el olor a humedad invade mis pulmones mientras avanzo por los rastrojos de la meseta castellana en las primeras horas de la mañana. Las heladas no hicieron acto de aparición aún, pero se presienten ya cercanas. Un pequeño bando de lúganos, ya de regreso de Centroeuropa, abandonan sobresaltados el nogal de la huerta cuando la mano se acerca y los perros se alertan. La liebre saltó en el ribazo del estanque de riego y comienza de nuevo el juego de la vida y la muerte, tan antiguo como el mundo. Los nervios afloran en la cuadrilla. ¿Correrá bien la cachorra nueva, esa negra acorbatada que recuerda a su abuela? ¿O la barcina vieja volverá a ser la mejor de la partida como en las dos temporadas anteriores? El campo dictará sentencia.
La collera se aleja rauda en pos de la rabona, que busca desesperadamente el perdedero de un incipiente pinar situado junto al camino de concentración. La liebre es valiente y la collera codiciosa. El espectáculo está servido. Algún alcance, la cachorra cintea y le responde la vieja, mientras a lo lejos oyen los gritos de ánimo de sus dueños. De repente, la rabona desaparece, las perras se desconciertan. Se esfumó. De la nada aparece otra vez esa endiablada bola de pelo que no se deja atrapar. A contraquerencia se aplastó y ahora, con varios metros de ventaja, demasiados, se distancia de sus perseguidores que ya reaccionaron y arquean explosivamente sus estilizados cuerpos para alcanzar velocidad. La vieja tomó ventaja, mientras la cachorra alcanza su rebufo sin poderle adelantar. Un cinteo en la entrada del pinar fue la única oportunidad para poder matar la liebre que, entre los árboles, burla a las galgas. Ganó la vida, perdió la muerte. Ahora llegarán las discusiones sobre qué perra fue mejor, pero otros dos galgos ya están en traílla y todo vuelve a empezar.
Todavía somos muchos los que nos emocionamos con estampas otoñales del inicio de esta temporada, marcada por la escasez de las liebres, y defendemos el galgo como un mundo apasionante y de respeto con las leyes de la naturaleza. Por eso, digo alto y claro que estoy orgulloso de ser galguero y nada ni nadie me podrá quitar las sensaciones vividas como galguero, que también me formaron como persona. ¡Orgulloso de ser galguero!

martes, 10 de noviembre de 2015

Galgos y la independencia de Cataluña

Vivimos unos tiempos convulsos con el desafío independentista de Cataluña. El panorama político nacional está pendiente de todo lo que acontece en la Comunidad Autónoma catalana y expertos en los más variados sectores españoles hacen cálculos sobre lo que supondría una secesión. Política, económica, social... y hasta deportivamente la independencia tendría unas consecuencias para el resto del país y para la propia Cataluña, en unos casos de forma positiva y en otros de forma negativa. En el caso de los galgos, el panorama cambiaría y bastante.
En el plano deportivo, las competiciones no sufrirían ninguna variación, ya que desde que desapareciera el último canódromo de España, el Meridiana, el 22 de febrero de 2006, Cataluña no ha tenido ninguna actividad deportiva galguera. Teniendo esto en cuenta, la única relación catalana con el mundo de los galgos es la lucha animalista contra nuestro deporte. Desde aquella región mediterránea, donde las carreras de galgos en campo nunca se han celebrado se lanzan continuamente campañas en contra de nuestro colectivo desde la demagogia y el desconocimiento más absoluto. De hecho, dos de las principales asociaciones de rescate de galgos tienen su sede en Cataluña: SOS Galgos en la localidad de Esplugues de Llobregat (Barcelona) y Galgos 112 en Sant Feliu de Guixols (Gerona). Pero ahí no queda la cosa, ya que uno de los líderes de Junts Pel Sí, el madrileño Raül Romeva -sí, han leído bien, nació en Madrid en 1971) pidió explicaciones al Gobierno de España por el maltrato de galgos en la Eurocámara, siendo parlamentario en Bruselas por Catalunya Verds en 2011. La secesión catalana desmontaría todo el tinglado que tienen estos animalistas contra el resto de España.
Con la independencia, estos colectivos y políticos desaparecerían de España. Esto no quiere decir que no tengamos que continuar con la lucha contra los casos de maltrato de galgos que cada vez, afortunadamente, son más minoritarios y se circunscriben a entornos marginales, pero la lucha no se haría desde cientos de kilómetros de distancia y el desconocimiento de lo que supone el mundo de los galgos. ¿Empezarían entonces su lucha contra tradiciones netamente catalanas como los bous al carrer? Creo que no, porque son demagogos e hipócritas.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

¡Basta ya de integrismo contra la caza!

Hace unos días, mi compañero y amigo, Antonio Pérez Henares, Premio Galgos España de la FEG, fue insultado y vejado a través de las redes sociales por, simplemente, mostrar imágenes de un agarre y remate de un gran jabalí en una montería a la que quiso asistir con los rehaleros. Fueron un puñado de personas, pero mostraron, una vez más, un integrismo desaforado contra todo lo que suponga la caza. Con este artículo quiero solidarizarme con mi compañero de profesión, cazador confeso, como yo, que tiene toda la libertad del mundo para mostrar su afición, uno de los deportes -sí, deporte- que se realiza en pleno contacto con la naturaleza. Desgraciadamente, los galgueros estamos demasiado acostumbrados a estas embestidas de los animalistas.
Este ataque es uno más, no ya contra la caza, sino fundamentalmente contra la libertad de expresión de aquellos que nos consideramos cazadores y que no realizamos ninguna actividad en contra de la legalidad vigente. Si estos integristas, cuyos comportamientos en muchos casos son fascistas, quieren prohibir la caza y todo lo que la rodea, que se presenten a las próximas Elecciones Generales del 20 de diciembre, las ganen y prohíban la caza. ¡Ah, que ya llevan décadas haciéndolo con el partido animalista PACMA! Los resultados los colocan en el lugar que ocupan en la sociedad. Apenas consiguen unos miles de votos que los sitúan en una ínfima minoría. Con estos datos, les toca callarse y aguantarse. No hay otra. Sin embargo, me indigno con que ocupen páginas y minutos en los medios de comunicación, espacios que a la caza se le niega de forma reiterada. ¿Somos menos nosotros, los cazadores? Rotundamente no, pero nos cuesta movilizarnos y el lobby animalista nos acorrala con muy poco.
Esta situación no puede continuar así. Debemos alzar la voz contra el integrismo animalista y desmontar sus postulados demagógicos, porque estos grupúsculos salen del asfalto vestidos con tejidos transpirables, botas de goretex impolutas, pero desconocen la vida en nuestros campos. Son esos que encuentran un lebrato de pocos días y se lo llevan a casa porque su madre lo abandonó en medio de un bancal, mientras lo condenan a una muerte casi segura. Estos neofascistas no se mancharon las botas con los barros de la otoñada, ni se mojaron con las frías lluvias del invierno y, mucho menos, han sentido en sus orejas o en su nariz cómo la helada cortaba la piel a primeras horas de una mañana de enero. Entre estos snobs se encuentran el independentista de Junts Pel Sí, Raúl Romeva, Virginia Iniesta, candidata de PACMA que también experimentaba en el laboratorio con perros vivos, o el expresidente de PACMA, Manel Maciá, que cobraba subvenciones por sacrificar terneros después de cebarlos intensivamente. Pregonan una cosa y hacen otra. La sociedad no se merece que estos hipócritas cobren un solo euro de las arcas públicas.
Me niego a que estos integristas me digan lo que puedo o no puedo hacer. Quédense en sus grandes ciudades, con sus mascotas humanizadas y desorientadas por haberles cortado su conexión con la naturaleza. No nos hacen falta.
¡Ánimo Chani!