Hace unos días, mi compañero y amigo, Antonio Pérez Henares, Premio Galgos España de la FEG, fue insultado y vejado a través de las redes sociales por, simplemente, mostrar imágenes de un agarre y remate de un gran jabalí en una montería a la que quiso asistir con los rehaleros. Fueron un puñado de personas, pero mostraron, una vez más, un integrismo desaforado contra todo lo que suponga la caza. Con este artículo quiero solidarizarme con mi compañero de profesión, cazador confeso, como yo, que tiene toda la libertad del mundo para mostrar su afición, uno de los deportes -sí, deporte- que se realiza en pleno contacto con la naturaleza. Desgraciadamente, los galgueros estamos demasiado acostumbrados a estas embestidas de los animalistas.
Este ataque es uno más, no ya contra la caza, sino fundamentalmente contra la libertad de expresión de aquellos que nos consideramos cazadores y que no realizamos ninguna actividad en contra de la legalidad vigente. Si estos integristas, cuyos comportamientos en muchos casos son fascistas, quieren prohibir la caza y todo lo que la rodea, que se presenten a las próximas Elecciones Generales del 20 de diciembre, las ganen y prohíban la caza. ¡Ah, que ya llevan décadas haciéndolo con el partido animalista PACMA! Los resultados los colocan en el lugar que ocupan en la sociedad. Apenas consiguen unos miles de votos que los sitúan en una ínfima minoría. Con estos datos, les toca callarse y aguantarse. No hay otra. Sin embargo, me indigno con que ocupen páginas y minutos en los medios de comunicación, espacios que a la caza se le niega de forma reiterada. ¿Somos menos nosotros, los cazadores? Rotundamente no, pero nos cuesta movilizarnos y el lobby animalista nos acorrala con muy poco.
Esta situación no puede continuar así. Debemos alzar la voz contra el integrismo animalista y desmontar sus postulados demagógicos, porque estos grupúsculos salen del asfalto vestidos con tejidos transpirables, botas de goretex impolutas, pero desconocen la vida en nuestros campos. Son esos que encuentran un lebrato de pocos días y se lo llevan a casa porque su madre lo abandonó en medio de un bancal, mientras lo condenan a una muerte casi segura. Estos neofascistas no se mancharon las botas con los barros de la otoñada, ni se mojaron con las frías lluvias del invierno y, mucho menos, han sentido en sus orejas o en su nariz cómo la helada cortaba la piel a primeras horas de una mañana de enero. Entre estos snobs se encuentran el independentista de Junts Pel Sí, Raúl Romeva, Virginia Iniesta, candidata de PACMA que también experimentaba en el laboratorio con perros vivos, o el expresidente de PACMA, Manel Maciá, que cobraba subvenciones por sacrificar terneros después de cebarlos intensivamente. Pregonan una cosa y hacen otra. La sociedad no se merece que estos hipócritas cobren un solo euro de las arcas públicas.
Me niego a que estos integristas me digan lo que puedo o no puedo hacer. Quédense en sus grandes ciudades, con sus mascotas humanizadas y desorientadas por haberles cortado su conexión con la naturaleza. No nos hacen falta.
¡Ánimo Chani!
1 comentario:
Ánimo si, mucho ánimo a los dos, y también a todos los galgueros que se ven amenazados por estos animalistas que parece que son los únicos que protegen a los animales, cuando lo único que saben hacer, es exclusivamente, mostrar su desagrado sin razones más convincentes que de verdad ayuden a la conservación de las especies.
Un abrazo a los dos, Javier y Antonio.
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