jueves, 4 de diciembre de 2008

Reencuentros con historia

Las operaciones Harry y Clavijo siguen deparando sorpresas, a pesar de que los jueces de Toro (Zamora) y San Clemente (Cuenca) continúan con su trabajo en los expedientes que permanecen aún bajo secreto de sumario. Mientras tanto, las operaciones de identificación y devolución de los 224 galgos requisados prosiguen y cada jornada de identificaciones depara nuevas historias de reencuentros y alegría. Gracias a un colaborador de Galgueando hemos tenido acceso a varias de estas historias con final feliz. La primera de ellas tiene como protagonista a una galga un tanto veterana. Su propietario legítimo, vecino de un pueblo de Toledo, identificó a la perra y cuál fue su sorpresa al descubrir que su galga había parido en la perrera tres preciosos galgos. Los cruces de lebreles robados son una práctica habitual para los ladrones. Su objetivo tener nuevos cachorros de buenas líneas.

Otra de las historias que han generado las operaciones Harry y Clavijo, quizás de las más comunes, es la recuperación de galgos que habían sido sustraídos varios meses o incluso años atrás. En este caso, un extremeño recuperó sus dos galgos robados, uno de ellos de pelo largo, una variedad que comienza a escasear en los galgos de campo.

La prueba de que las bandas de robo y compraventa de galgos estaban más activas que nunca cuando fueron desmanteladas en el pasado mes de octubre son que algunos perros sustraídos todavía tenían su microchip original. A los ladrones no les había dado tiempo a extraer el microchip e implantarles uno nuevo. En esta ocasión, los galgos regresan, vía MRW, a una localidad de Murcia.

Lo más sorprendente es el caso de una decena de galgos recuperados en las operaciones Harry y Clavijo. Tienen varios meses y han nacido de los cruces que realizan de los perros que roban los ladrones. Su futuro aún está por decidir, ya que todos, absolutamente todos, sean identificados o no, se encuentran a disposición judicial, por lo que pueden ser reclamados en cualquier momento por el juez correspondiente.

Lo importante es que todos los galgueros que acuden a las identificaciones, lo hacen con la mayor de las ilusiones y con la esperanza de recuperar a sus más fieles compañeros de jornadas interminables de caza de liebres. Creo que ninguno de ellos maltrataría nunca a sus galgos. Son personas de carne y hueso, con sus sentimientos incluidos. Hay galgueros y hay maltratadotes. Por unos pocos, no se puede juzgar a todo un colectivo, como en todos los órdenes de la vida.

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